Este verano tuve la oportunidad de visitar la
antigua cárcel de Broto, una torre de piedra de planta cuadrangular a orillas
del río Ara, que sirvió como prisión comarcal entre los siglos XVI y XX. La
significativa peculiaridad de esta antigua cárcel es que conserva en muy buen
estado los dibujos que los presos
realizaron durante su estancia en prisión. Cuando entré en la estancia me
invadió una sensación de trasladarme a otro tiempo. Imaginar las penalidades
que probablemente sufrieron los presos en ese espacio tan reducido, con una
estrecha aspillera que apenas dejaba pasar la luz y el aire que difícilmente se
renovaría. Para matar el tiempo, supongo, muchos de ellos hicieron, rascando
con algún material duro sobre el enlucido de las paredes ennegrecidas por el
hollín, toda una serie de dibujos y frases que realmente sobrecogen al verlos
hoy día y que han permanecido intactos durante siglos. Abundan los motivos religiosos,
algunas frases, nombres, dibujos de animales, símbolos, fechas … e incluso
rayas verticales al estilo “Robinson Crusoe” que les permitía calcular quizá el
tiempo que les quedaba de reclusión, o quizá de vida si estaban condenados a
muerte.
En fin, toda una serie de sensaciones que
finalmente me trasladaron a elucubrar sobre la posibilidad de que quizás en el
desaparecido castillo de Plenas, que también contaba con un calabozo en su
planta inferior y que funcionó como tal hasta su derribo a mediados del siglo
pasado, probablemente también habría restos de dibujos, nombres, etc. en sus
paredes, como mudos testigos del sufrimiento que padecieron los presos allí
encerrados a lo largo de los siglos. Una lástima no haberlo podido comprobar.
Os dejo unas cuantas fotos de los “graffitis”
de Broto.
José Antonio Torres
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