Estoy leyendo un encantador libro titulado LA ESPAÑA DEL
SIGLO XIX VISTA POR DOS INGLESAS: LADY HOLLAND Y LA NOVELISTA GEORGE ELLIOT .
Me gusta leer libros de viajes, sobre todo viajeros que han
pasado por Aragón y lo describen. Me encantaría encontrar algún viajero en
siglos pasado que hubiera pasado por Plenas y hubiera escrito sus impresiones,
pero no lo he encontrado todavía. Me gustan las descripciones que hacen sobre
las gentes y los paisajes. A través de ellas se puede uno hacer la idea de cómo era
nuestra tierra, sus localidades y sus
habitantes en esos años.
En este libro narra el paso en 1867 por Zaragoza de la
novelista GEORGE ELLIOT. Venía en tren desde Alsasua y llegó a Zaragoza a las
11 de la noche del día 29 de enero de ese año y se hospedan en la Fonda de
Europa.
Escribe (página 209):
“Miércoles, 30 de enero.- Día radiante pero un viento muy
frío que hizo necesaria la capa aunque el sol caliente la hace superflua. Inmediatamente
después de nuestro chocolate a las 8,30, salimos a ver la ciudad. El aspecto
oriental de los hombres que había por allí envueltos en mantas a rayas con un
pañuelo atado por encima de las cejas era pintoresco pero el atuendo no era
exactamente adecuado para trabajar. El mercado, un cuadro emocionante: ¡curas,
gitanos, campesinos con colgaduras, burros, naranjas, repollos y niños! Gamines
con capa y cigarrito. Fuimos a la catedral, inmenso edificio, y a la Seo, la
catedral vieja, oscuramente espléndida y grandiosa a su manera; un rayo de sol
caía sobre un grupo de fieles. Por fuera algunos vestigios árabes; Puerta del
Ángel; puente poblado de ladrones y burros. La Lonja , impresionante edificio
con efigies y medallones encantadores por encima de las ventanas. Curioseamos
en una vieja librería y compramos un Gil Blas en español. En una tienda donde
Polly pidió la Vida de Santa Teresa la vieja dependienta insistió en mostrarle
una fotografía, incluso después de que le dijera que lo que quería era un
libro. De vuelta a las 11 al hotel , para un almuerzo muy copioso; hablé con un
español y fumé un puro con él. Luego volvimos a salir. La Torre Nueva
(inclinada) y San Felipe, estructuras muy elegantes. La Platería una decepción,
pero en el camino vimos varios ejemplos de arquitectura doméstica de interés.
Fuimos a ver el interior de la Lonja,
gran espacio flanqueado de filas de columnas; portero reticente al principio a
ceptar el real que le ofrecí; ¿hombre no corrompido por los forasteros u
orgullo aragonés? Los modales de los aragoneses son marcadamente distintos de
los de todos los españoles que hemos visto: bruscos, ásperos y casi
desafiantes. Los camareros parece que están a punto de pelear con uno y no
tienen nada de la cortesía española. Pero incluso aquí las personas más
vulgares no son grosera, ni se ríen de los extranjeros ni les miran
descaradamente. Bajo un sol caliente dimos un delicioso paseo por el camino a
la sombra de los olivos hasta Torrero, donde tuvimos una vista del panorama y
de la ciudad. Nos sentamos en una colina de terreno agreste y vimos las
evoluciones de la caballería a lo lejos y el bonito cielo. Regresamos por el
paseo que estaba animado con gente, jóvenes peripuestos y ciudadanos. Varios
ejemplares de Murillo, Sentí ver a las mujeres arrastrando sus vestidos por la
suciedad exactamente igual que en Londres, ni siquiera vi uno levantado.
Después de la cena fuimos a un café. Los camareros encendían sus cigarrillos en
sus intervalos. Hicimos las maletas y nos acostamos a las 8,30.
Jueves 31 de enero- Arriba a las 6. Salimos para Lérida a
las 7,30. El recorrido respondía muy bien a nuestra idea del paisaje de
Oriente, desierto estéril de piedra y arcilla quemada, con ciudades y pueblos
que parecían parte del desierto. La única señal de vida en un pueblo grande
donde el tren paró era una mujer cerca de un arco de entrada; las casas tenían
un aire desolador como del Oriente. A lo
lejos las montañas escarpadas y nevadas. En dos de las estaciones, cantantes
con guitarras; un ciego que sonreía y que parecía descendiente de los moros
cantaba con voz monótona y melancólica. Llegamos a Lérida a las 2, 15(…)
Angel Tomás
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