A partir de ahí fui preguntando, pero nadie tenía
noticias de un bombero torero de Plenas. ¿Quién podía ser?¿Qué relación tenía
con Plenas?
Después de buscar por aquí y por allí, di con
Antonio Bonafonte (desconozco el segundo apellido)
De todo lo encontrado, hago un resumen que espero ir
alterando algo o mejorándolo conforme siga encontrando datos o algún lector del
blog me pueda informar sobre Antonio Bonafonte “Plomo”
Antonio Bonafonte probablemente nació en Zaragoza, a finales del siglo
XIX, hijo de un emigrante plenero llegado a la gran ciudad. Se aficionó a los
toros y se animó a este oficio. Empezó a torear en 1912, con el apodo de “Plomo”,
fundamentalmente de novillero por plazas
de Aragón , aunque también fue por Navarra, Pais Vasco, Castilla… Como torero
tenía sus limitaciones a la hora de matar y decidió probar suerte en
espectáculos de toreo bufo, en el año 1919. Con otros dos compañeros creó el
grupo “ Los Charlots Zaragozanos”. La mejor época para ellos fue del año 1922 a
1930. En 1928 fueron a una gira por América, donde triunfaron bastante.
Posteriormente el grupo se disolvió sobre los años 40. Antonio siguió
trabajando en otros grupos, como el “Bombero Torero” y en otras compañías que
montó. Era bastante conocido y alguna
revista taurina, como “El Ruedo”, lo entrevistó en 1946. Debió jubilarse a
mediados de los años 50 y moriría poco después.
ARTICULOS
SOBRE ANTONIO BONAFONTE “PLOMO”
ANTONO BONAFONTE, opiniones sobre su toreo.
En una novillada sin picadores celebrada en Zaragoza, dicen que Antonio
Bonafonte estuvo valiente con la muleta y mediano con el estoque (ABC
30-3-1914, pág. 10)
De la Revista
“Palmas y pitos” nº 111, del 3 de mayo
de 1915
Corrida en Zaragoza
del 25 de abril de 1915.
(…) Antonio
Bonafonte, que antes era Plomo, todo lo meritorio de su labor se redujo á
lancear valiente al tercero, estar arrojado en quites y dar un buen cambio á
muleta plegada. Después, quizá por los varios zarandeos que los toros le proporcionaron, no tuvo la suficiente
animación y confianza.
Veintidós
minutos tardó en matar al tercero, en el que escuchó dos avisos, empleando un
pinchazo, media contraria y tendida, dos pinchazos y una honda en el cuello.
En
el último, pinchó cuatro veces sin meterse y terminó con media perpendicular y
caída.
Hubo
algunos que aplaudieron al toro quinto. No estoy conforme. Si quisieron
aplaudir al ver el miedo de todos los toreros, bueno. Pero la bravura del toro
no pudo apreciarse, porque no había ningún torero en su sitio, y las varas que
tomó fue tropezando con los caballos.
DON INDALECIO
REVISTA
“ EL RUEDO” nº 120, de 10 de octubre de 1946. (En este artículo hay una fotografía suya)
EL TOREO COMICO NO DA DINERO
Esto dice "Plomo Charlot", que
lleva en los ruedos treinta y cuatro años, y, de ellos, veintiocho como torero bufo.
En las temporadas de auge del
"charlotismo", io más que le quedaba a cada uno de estos toreros eran 1.000 ptas. por función.
C
O M I E N Z O , P O P U L A R I D A D Y EXTENSION DEL «CHARLOTISMO»
TREINTA y cuatro años lleva en los ruedos este torero
que, con su caracterización de Charles Chaplin y su acrobacia valerosa y
regocijante, ha divertido a tantos públicos y ha sostenido en las Plazas el
tipo que a ellas trajera Carmelo Tusquelle».
Los
treinta y cuatro años que en los circos taurinos suma Antonio Bonafonte no son,
sin embargo, de torero bufo. Cuando empezó a torear —año 1912— no había surgido
el toreo cómico tal y como lo comenzaron a practicar los que se llamaban
«Auténticos Charlot's». Entonces, Antonio Bonafonte, con el sobrenombre de
«Plomo», actuaba como novillero por las Plazas aragonesas. Así vivió hasta
1919, fecha en que el «charlotismo» empezó a tener popularidad y extensión.
E
l novillero zaragozano se puso el hongo y el bigotito de Chaplin, se asoció a
otro torero llamado Angel Urbano, que adoptó el nombre de «Lavisera».
y
con éste y con Demetrio Sancho en calidad de «Botones», formó una cuadrilla
cómica. Así surgieron los «Charlots zaragozanos», que se dieron briosamente a cultivar
el «charlotismo» que había creado la iniciativa de Eduardo Pagés.
El éxito les fue propicio. Torearon mucho y siempre con aplauso. «Plomo Charlot»
sostenía gallardamente, dentro de esa modalidad, su característica de lidiador que
se dejaba pegar despreocupadamente por los astados-
«Lavisera»,
con su serenidad arrogante, su chistera y su frac, lo secundaba con la mejor
fortuna, y el «Botones» era un saltador extraordinario, que hacía muy buenos
alardes de su agilidad y de su precisión en el brincar el trascuerno.
De
esos tres toreros bufos, sólo uno queda en activo: «Plomo Charlot». El pobre
Demetrio Sancho murió en lo mejor de su juventud. Angel Urbano se retiró hace
cuatro años de esta clase de toreo; actuó después como subalterno y en la
actualidad se da vida como temporero en las campañas de remolacha, de lino o de
cáñamo.
—Y
usted, Antonio Bonafonte, ¿piensa seguir mucho tiempo más en esta ruda tarea de
divertir a las gentes, dejándose dar golpes por los becerros?
«Plomo
Charlot» responde, con una plácida sonrisa en su faz sin caracterización y sin
convencionalismo:
—No
sé; no sé. Pero, hoy por hoy, tengo que seguir toreando para poder atender al
sustento de mi familia. El toreo cómico no da dinero para hacer fortuna. Ni
siquiera en la época de mayor apogeo permitió sumar ahorros
bastantes
para el futuro. Estoy seguro de que Dutrús ha hecho el dinero más como
empresario de «El Empastre» que como «Llapisera». No obstante lo mucho que
toreó aquella cuadrilla cómica, no creo que obtuviesen beneficios como los que
hubieran podido alcanzar toreando en serio igual número de corridas. '
—¿Qué
cantidad ha sido la mayor que usted ha cobrado por una función?
—Entre
los tres que entonces constituíamos la cuadrilla, cobramos el día de nuestra
presentación 2.750 pesetas en total, cantidad de la que tuvimos que pagar todos
los gastos. Y la vez que se nos abonó una cifra más alta fué en San Sebastián,
donde Ucelayeta nos dio 4.000
pesetas para los tres.
—¿Llegaron
a ganar cantidades más altas los «Auténticos Charlot's»?
—No
sé. Pero creo que, por lo general, no se repartirían en cada función más de
1.000 pesetas cada uno, pues siempre, en el toreo cómico, han sido de cuenta
nuestra los gastos de la actuación.
—¿Qué
temporadas fueron para ustedes las más favorables?
—Del
año 22 al 30. Hubo temporada en actuamos más de cincuenta veces. El año 28
fuimos a América, donde también toreamos
bastante.
—¿Qué
hizo usted cuando disolvieron la cuadrilla de “Charlots Zaragozanos»?
—Fui
con el «Bombero torero* y seguí con él cuando constituyó una banda musical.
—¿Y
ahora?
—Tengo
otros toreros cómicos conmigo. Yo sigo manteniendo el tipo de «Charlot», que es
tanto como estar sosteniendo el «charlotismo».
—¿Y
no se fatiga usted de sus veintiocho años de torero bufo?
—Sí.
Pero...
VICTIMAS
DEL TOREO COMICO
Pregunto
luego a «Plomo Charlot» por el riesgo que representa esta clase de toreo.
El
contesta:
—En
esto de torear en broma puede tener uno muchos
percances. Yo llevo todo mi cuerpo lleno de señales.
En
Bilbao, un becerro me dió una cornada que me tuvo mucho tiempo sin poder
torear. Yo he sufrido hasta seis
cogidas importantes. Y, aparte de ellas, me he visto con infinidad de golpes que
no se han curado así como así.
Añade
que también el toreo cómico tiene su nota trágica, y me recuerda la muerte, en Valencia,, de Guerrita, un
torero bufo al que un porrazo le costó la vida. Y agrega que, recientemente, en la Plaza de Barcelona, sufrió un
grave percance otro de estos toreros, Ramper, el cual, como consecuencia de
aquello, tiene que llevar en la cabeza un aparato ortopédico.
—¿No
salen ustedes al redondel con el cuerpo forrado de guata?
—jBah!
En esto se ha exagerado mucho. Comprenderá usted que pueden ser envarados los
movimientos para una actuación
que exige tan gran agilidad. Sería absurdo que saliéramos como los picadores.
Ahora bien; es natural que nos
preservemos un poco contra los golpes o contra
ese momento en que, sentados, nos dejamos arrastrar sujetos a la cola del becerro. Para esto llevo yo un pantalón de siete telas. Es toda
la defensa, créalo usted.
Y
dice también «Plomo Charlot»:
—Si
el bicho nos da fuerte, no sirve demasiado la precaución de las siete telas. Ya
le he dicho la gravedad que pueden tener los percances con un becerro, V con
todo esto, el toreo cómico está mal pagado;
tan mal pagado que, después de
torear cientos y cientos de
funciones, no se puede mirar con tranquilidad el porvenir, ni hay la esperanza de que modalidad del toreo
nos logre compensar de esta
triste experiencia de torear para divertir...
FERNANDO CASTAN PALOMAR