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miércoles, 28 de diciembre de 2016

El Auxilio Social y Aurora Cebollada



 

En el libro Los niños del Auxilio Social, de Ángela Cenarro, publicado en  2009, que se puede consultar aquí

hablan de la experiencia de Aurora Cebollada, hija de Braulio Cebollada, de Plenas, después de la toma de Plenas por las tropas de Franco.


El libro Los niños del Auxilio Social recoge los  testimonios  de  hombres  y mujeres que pasaron parte de su infancia en la red de hogares infantiles  durante la posguerra española. A través de sus relatos podemos  reconstruir  la  vida cotidiana en el interior de estos centros y, sobre todo, bucear en las percepciones que ellos tuvieron del sistema asistencial franquista que vivieron  como  protagonistas  de excepción.
Unos eran hijos de los vencidos y su llegada a los hogares fue una consecuencia más de las políticas represivas de la dictadura. Otros, los que entraron a partir de los primeros  años cuarenta, eran víctimas de la miseria que generó la autarquía económica.
Todos sufrieron en propia carne la dureza de una vida cotidiana regida por la disciplina y los abusos.
Pero también fueron capaces de buscar estrategias para la supervivencia, e incluso, ya en la vida adulta, para la prosperidad material. Actualmente se enfrentan a la necesidad de dar sentido a esa experiencia que marcó sus vidas, así como al afán por reconstruir un pasado que muchos todavía  tienen  dificultades para recordar.

Aqui viene lo que dice de Braulio Cebollada y de su hija Aurora:



(…)
Uno de ellos fue Braulio Cebollada, vecino de la localidad zaragozana de Plenas, y alcalde desde las elecciones de febrero de 1936 que dieron el triunfo a la coalición del Frente Popular.
Braulio Cebollada era carpintero y aunque desde los años veinte había mostrado su interés por la política, fue a partir de 1931, con la proclamación de la República, cuando se implicó abiertamente en ella. Miembro de Izquierda Republicana, desde la alcaldía promovió una serie de iniciativas para llevar a la práctica los puntos clave de las reformas republicanas. Estas quedaron truncadas con la sublevación militar de julio de 1936, que triunfó en
Plenas. Fue destituido del consistorio a punta de pistola por la Guardia Civil de Herrera de los Navarros, una localidad cercana de la provincia de Teruel, y sustituido por un hombre de derechas.
Su hermano fue fusilado por los falangistas de Belchite. Cuando unos días después Plenas fue tomado por las milicias anarcosindicalistas de Saturnino Carod, se convirtió en presidente del primer Comité Revolucionario. Según los testimonios recabados por José Luis Ledesma, a pesar del escaso poder que tuvo frente al Comité de Guerra de la Columna, intentó evitar, en la medida de sus posibilidades, los efectos de la violencia popular revolucionaria. A partir de entonces fue relegado políticamente. Dejó de presidir comités y consejos municipales, aunque siguió formando parte de estos «contrapoderes locales» como vocal

En la primavera de 1938, el avance franquista en el frente de Aragón obligó a Braulio Cebollada a refugiarse con su familia en Cataluña. Mientras él trabajaba como guardia de asalto, su mujer y sus hijos quedaron evacuados en Llavaneras, en una finca de la familia Miláns del Bosch. Fue este el comienzo de un largo periplo fuera de su tierra aragonesa que su hija Aurora, nacida en 1928, relata de la siguiente manera:
En enero, a últimos..., venían los fascistas a mi pueblo, que no sé lo que tardaron. Eso es lo que me falla, es que no lo he sabido nunca.
Cuando entraron, nosotras ya habíamos huido, pero por la noche y a escondidas, y fuimos hasta... Andando, a veces nos cogían camiones de milicianos de izquierda que también huían. Incluso con mi madre nos perdimos, ella iba con el niño de teta, de meses, y nosotros nos íbamos intercambiando, y luego al llegar a Caspe nos juntaron. Porque entonces te apoyaban mucho en Barcelona, la gente, porque la gente de Izquierda
Republicana sabía que íbamos exiliados y te apoyaban mucho. Porque yo recuerdo de casas que nos invitaban a comer o nos daban cosas así... Pues estuvimos allí, por la noche llegamos, después cogimos un tren hasta Barcelona, en Mora me parece que era. Y luego allí dormimos en el metro

Un año después, cuando las tropas franquistas ocuparon Cataluña, las cosas se tornaron más difíciles todavía para la familia Cebollada. Braulio cruzó la frontera por La Junquera y se refugió en los campos ubicados en la playa de Argéles-sur-Mer. Después, con la ocupación nazi, fue internado en un campo de concentración de La Pallice (junto a La Rochelle), donde realizó trabajos forzados. Su familia no corrió mejor suerte. Su mujer, su madre y su hermana fueron detenidas y encarceladas en Les Corts. Los hijos fueron a parar a las instituciones de acogida de la Junta de Protección de Menores de Barcelona.
Y, ¡ah!, nos llevaron ya tarde, porque me acuerdo, ¡fíjate de qué detalles me acuerdo! Cuando ya llegamos, porque allí nos habían llevado por la mañana, y eso era ya de noche, ya habían cenado, nos cogieron y nos llevaron en aquel tiempo, en el mes de enero, y nos ducharon, duchas frías. Y ya nos repartieron a cada uno donde tocaba. A mí me llevaron con los que eran un poco mayores, mis hermanos cada uno en su sitio; otra cosa de la que también me acuerdo yo es de cuando cayó Madrid, que era el 1 de abril. Que vino uno que... eso, era más político ya, falangista, y dijo: «Ha caído Madrid. ¡Arriba España!».
¡Fíjate si me acuerdo de esas palabras que dijo!
Ahí permanecieron varios años, ella y sus hermanos, dispersos en distintas Casas de Familia, el sistema arbitrado por los tribunales tutelares de menores para atender la educación de las pequeñas hijas de los republicanos. La de Aurora estaba ubicada en la Plaza de Tetuán, y tuvo la suerte de que al frente estuviera una señora «que era muy maja, muy católica, eso sí, pero muy maja».
De las rutinas cotidianas de la casa, recuerda que todos los días rezaban el rosario y que los jueves por la tarde había eucaristía. En julio, con once años de edad, hizo la primera comunión, después de una rápida preparación junto a otros niños que tampoco habían recibido este sacramento.
Yo no había estado nunca en misa, no sabía lo que era, no quería nada de comuniones, hasta esa edad yo no quería, por mi padre... Ahora soy igual.
Y ya entonces nos prepararon. Cinco o seis, éramos cinco o seis, y ya nos hicieron la fiesta las Hijas de María, las que mandaban; las mandamás.

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