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sábado, 10 de agosto de 2019

Donato Blasco, "confitero" de Mezquita de Loscos

El 21 de agosto de 1989, en una visita a Mezquita de Loscos, mantuvimos una conversación con Donato Blasco (†) repostero o confitero de esta localidad, pedanía de Loscos. Donato contaba entonces 70 años de edad y como jubilado, ya no ejercía este oficio.
Nos contó que fue confitero porque se lo transmitieron sus antepasados. Visitaba muchos pueblos de la redolada, más en la Sierra, en los cuales, vendía su repostería o cambiaba por otros productos.
Elaboraba “cantos” (bizcocho de forma cuadrada o rectangular adornados con azúcar y anisetes de colores). Estos pasteles los vendía en Plenas, en la ermita del Carrascal, el día de la Virgen, donde todo el mundo los adquiría para familiares y amigos, una vez bendecidos por el cura. También se desplazaba a otras ermitas para vender los famosos cantos.
También producía bizcochos “para los enfermos”, chocolate en tabletas, tartas para bodas, pasteles de manteca, etc. Contaba que en Plenas tan apenas vendía bizcochos y tartas, sí en Moyuela, donde era más requerido. Recordaba, que cuando se casó Baltasara Martín con Domingo Torres (el maestro), le hizo una tarta de tres pisos.
Nos enseño amablemente los utensilios y herramientas con el que elaboraba los dulces:
  • Dos piedras de moler cacao (metates), que sirviéndose con rodillos molía los granos de cacao. Contaba que estas piedras las trajeron de América (podría ser México o Guatemala…). Tenían unos 30 cm de altura por 40 cm de longitud aproximadamente. En medio como refuerzo tenía una pletina de hierro, así como estrías también del mismo material.
  • Tres rodillos de piedra con los ejes de madera.
  • Dos morteros grandes de piedra, 40 cm de diámetro x 40 ó 50 cm de altura.
  • Diferentes utensilios para fabricar bizcochos,
  • Tres ejes de madera (batidoras) con cuatro aspas en la parte inferior que utilizaba mediante un sistema de arco con cuerda cruzada, servían para batir la materia.
  • Varios moldes de hojalata para fabricar chocolate.
Mantenía en perfectas condiciones los utensilios, así como el lugar de la vivienda donde fabricaba los dulces.
No disponía de horno propio, elaboraba los dulces en su casa y después, si lo requería, los llevaba a cocer al horno de pan de Mezquita.
Nos contó que su hija residía en Zaragoza y había seguido con esta tradición.
Una lástima que no mantuvimos más conversaciones con Donato, pasados los años, falleció.
INL. Dibujos: A. Tomás







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