En el libro Los
niños del Auxilio Social, de Ángela Cenarro, publicado en 2009, que se puede consultar aquí
hablan de la
experiencia de Aurora Cebollada, hija de Braulio Cebollada, de Plenas, después de
la toma de Plenas por las tropas de Franco.
El libro Los niños del Auxilio Social recoge
los testimonios de hombres
y mujeres que pasaron parte de su infancia
en la red de hogares infantiles durante la
posguerra española. A través de sus relatos podemos reconstruir la vida
cotidiana en el interior de estos centros y, sobre todo, bucear en las percepciones
que ellos tuvieron del sistema asistencial franquista que vivieron como protagonistas
de excepción.
Unos eran
hijos de los vencidos y su llegada a los hogares fue una consecuencia más de
las políticas represivas de la dictadura. Otros, los que entraron a partir de
los primeros años cuarenta, eran víctimas
de la miseria que generó la autarquía económica.
Todos sufrieron
en propia carne la dureza de una vida cotidiana regida por la disciplina y los abusos.
Pero también
fueron capaces de buscar estrategias para la supervivencia, e incluso, ya en la
vida adulta, para la prosperidad material. Actualmente se enfrentan a la
necesidad de dar sentido a esa experiencia que marcó sus vidas, así como al
afán por reconstruir un pasado que muchos todavía tienen dificultades
para recordar.
Aqui viene lo que dice de Braulio Cebollada y de su hija Aurora:
(…)
Uno de ellos
fue Braulio Cebollada, vecino de la
localidad zaragozana de Plenas, y
alcalde desde las elecciones de febrero de 1936 que dieron el triunfo a la
coalición del Frente Popular.
Braulio
Cebollada era carpintero y aunque desde los años veinte había mostrado su interés
por la política, fue a partir de 1931, con la proclamación de la República,
cuando se implicó abiertamente en ella. Miembro de Izquierda Republicana, desde
la alcaldía promovió una serie de iniciativas para llevar a la práctica los
puntos clave de las reformas republicanas. Estas quedaron truncadas con la
sublevación militar de julio de 1936, que triunfó en
Plenas. Fue
destituido del consistorio a punta de pistola por la Guardia Civil de Herrera
de los Navarros, una localidad cercana de la provincia de Teruel, y sustituido
por un hombre de derechas.
Su hermano
fue fusilado por los falangistas de Belchite. Cuando unos días después Plenas
fue tomado por las milicias anarcosindicalistas de Saturnino Carod, se
convirtió en presidente del primer Comité Revolucionario. Según los testimonios
recabados por José Luis Ledesma, a pesar del escaso poder que tuvo frente al
Comité de Guerra de la Columna, intentó evitar, en la medida de sus posibilidades,
los efectos de la violencia popular revolucionaria. A partir de entonces fue
relegado políticamente. Dejó de presidir comités y consejos municipales, aunque
siguió formando parte de estos «contrapoderes locales» como vocal
En la
primavera de 1938, el avance franquista en el frente de Aragón obligó a Braulio
Cebollada a refugiarse con su familia en Cataluña. Mientras él trabajaba como
guardia de asalto, su mujer y sus hijos quedaron evacuados en Llavaneras, en
una finca de la familia Miláns del Bosch. Fue este el comienzo de un largo
periplo fuera de su tierra aragonesa que su hija Aurora, nacida en 1928, relata
de la siguiente manera:
En enero, a últimos..., venían los
fascistas a mi pueblo, que no sé lo que tardaron. Eso es lo que me falla, es
que no lo he sabido nunca.
Cuando entraron, nosotras ya habíamos
huido, pero por la noche y a escondidas, y fuimos hasta... Andando, a veces nos
cogían camiones de milicianos de izquierda que también huían. Incluso con mi
madre nos perdimos, ella iba con el niño de teta, de meses, y nosotros nos
íbamos intercambiando, y luego al llegar a Caspe nos juntaron. Porque entonces
te apoyaban mucho en Barcelona, la gente, porque la gente de Izquierda
Republicana sabía que íbamos exiliados
y te apoyaban mucho. Porque yo recuerdo de casas que nos invitaban a comer o
nos daban cosas así... Pues estuvimos allí, por la noche llegamos, después
cogimos un tren hasta Barcelona, en Mora me parece que era. Y luego allí
dormimos en el metro
Un año
después, cuando las tropas franquistas ocuparon Cataluña, las cosas se tornaron
más difíciles todavía para la familia Cebollada. Braulio cruzó la frontera por
La Junquera y se refugió en los campos ubicados en la playa de Argéles-sur-Mer.
Después, con la ocupación nazi, fue internado en un campo de concentración de
La Pallice (junto a La Rochelle), donde realizó trabajos forzados. Su familia
no corrió mejor suerte. Su mujer, su madre y su hermana fueron detenidas y
encarceladas en Les Corts. Los hijos fueron a parar a las instituciones de
acogida de la Junta de Protección de Menores de Barcelona.
Y, ¡ah!, nos llevaron ya tarde, porque
me acuerdo, ¡fíjate de qué detalles me acuerdo! Cuando ya llegamos, porque allí
nos habían llevado por la mañana, y eso era ya de noche, ya habían cenado, nos
cogieron y nos llevaron en aquel tiempo, en el mes de enero, y nos ducharon,
duchas frías. Y ya nos repartieron a cada uno donde tocaba. A mí me llevaron
con los que eran un poco mayores, mis hermanos cada uno en su sitio; otra cosa
de la que también me acuerdo yo es de cuando cayó Madrid, que era el 1 de
abril. Que vino uno que... eso, era más político ya, falangista, y dijo: «Ha caído
Madrid. ¡Arriba España!».
¡Fíjate si me acuerdo de esas
palabras que dijo!
Ahí
permanecieron varios años, ella y sus hermanos, dispersos en distintas Casas de
Familia, el sistema arbitrado por los tribunales tutelares de menores para
atender la educación de las pequeñas hijas de los republicanos. La de Aurora
estaba ubicada en la Plaza de Tetuán, y tuvo la suerte de que al frente estuviera
una señora «que era muy maja, muy católica, eso sí, pero muy maja».
De las
rutinas cotidianas de la casa, recuerda que todos los días rezaban el rosario y
que los jueves por la tarde había eucaristía. En julio, con once años de edad,
hizo la primera comunión, después de una rápida preparación junto a otros niños
que tampoco habían recibido este sacramento.
Yo no había
estado nunca en misa, no sabía lo que era, no quería nada de comuniones, hasta
esa edad yo no quería, por mi padre... Ahora soy igual.
Y ya
entonces nos prepararon. Cinco o seis, éramos cinco o seis, y ya nos hicieron
la fiesta las Hijas de María, las que mandaban; las mandamás.