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Miércoles, 06 de noviembre de 2013
Los refugiados de guerra de Viladecans,
1936-1938
A medida que el golpe de
estado militar se convertía en revolución en aquellos territorios donde fracasó
y en una guerra incivilizada en aquellos otros donde se produjo un equilibrio
de poderes y, a medida que los rebeldes iban ganando terreno por la fuerza de
las armas, la retaguardia catalana se convirtió en tierra de acogida y de
solidaridad para muchas familias que huían de la violencia, de las bombas y de
la represión. Así Viladecans,
como muchas otras localidades catalanas, a partir de noviembre de 1936 empezó a
acoger refugiados de guerra procedente de los diversos frentes bélicos.
Desde noviembre de 1936
hasta diciembre de 1938, cuando comienza la campaña militar rebelde que
terminará con la derrota de Cataluña, Viladecans acogerá un total de 466
refugiados. Un número bastante
significativo de ciudadanos si tenemos en cuenta la población existente en
nuestra villa en 1936. El padrón
municipal de habitantes terminado a 30 de abril de 1936 nos daba un censo de
3.797 vecinos y vecinas. Respecto
al anterior padrón, a 1 de diciembre de 1930, la población se había
incrementado en 793 personas, es decir un 26,4%. Un aumento considerable en sólo cinco
años. Pues bien, estos 466
refugiados que se reunirán en Viladecans en tiempos de guerra y revolución
suponen una ampliación del 12,3% de la vecindad, y lo que es más importante, la
mayoría de estos refugiados llegarán en 1938 (411) , cuando ya las
consecuencias de la guerra se hacen notar en la economía, en la subsistencia
cotidiana o en la moral y cuando el cansancio y la desilusión empiezan a hacer
estragos entre la gente, que cada día ve como el frente de guerra acerca.
El ritmo de la llegada
de los refugiados es paralelo a los movimientos bélicos y a las grandes
batallas u ofensivas del ejército rebelde, que gradualmente va ganando
territorio en la
República. Los primeros refugiados (15) que llegan a nuestra
ciudad procedían exclusivamente de Madrid y lo hacen entre noviembre y diciembre
de 1936 y continuará, con un goteo, hasta julio de 1937. La llegada de estos primeros
desplazados corresponde cronológicamente con el intento de tomar Madrid, en el
último trimestre de 1936, por parte de las tropas rebeldes.
La siguiente tanda de
refugiados se dará el 20 de agosto (13 refugiados) y el 16 de noviembre de 1937
(27), los primeros procedentes de Santander y los segundos de varias ciudades
de Asturias. Su venida también coincidirá con la caída en manos de los
facciosos de Santander (26 de agosto) y del frente del norte: Gijón y Avilés
serán ocupadas por los militares rebeldes entre el 19 y 21 de octubre.
Pero, será a lo largo de
1938 cuando el grueso de los refugiados lleguen a Viladecans. Para estas fechas ya llevamos
dieciocho meses de guerra con el sufrimiento que ello conlleva, la carestía de
alimentos que ya se hace visible en los comercios y tiendas, las levas de hijos
del pueblo que se van y no vuelven, los bombardeos de la aviación fascista que
aterroriza a la población civil y el esfuerzo por mantener, aún ya pesar de
todo, una moral alta. Es en este
contexto que se produce la llegada de la mayoría de los refugiados, hecho este
que causará algunos problemas de convivencia entre la población autóctona.
En 1938, Viladecans
acogerá 411 refugiados. Estos
desplazamientos, como los anteriores, también son consecuencia de la avanzada
del ejército sublevado. La
llegada tiene tres fechas claves. El 19 de marzo se produce una primera
oleada de desplazados: recibimos 76 refugiados provenientes de los pueblos de
Sástago, Plenas y Moyuela (Zaragoza) y de Híjar y Alcañiz (Teruel).Entre el
1 y el 13 de mayo llegarán un total de 92 refugiados que vienen de Calaceite,
Fuentespalda, Valdeltormo (Teruel), Lécera, Escatrón y Belchite (Zaragoza) pero
también de Caseres y Benifallet (Tarragona). Finalmente,
entre julio y agosto de 1938 se recibirán un total de 112 refugiados, en su
mayoría procedentes de Calaceite y la
Torre del Compte (Teruel) y La Fatarella (Tarragona). Todos estos desplazamientos son
provocados por la ofensiva facciosa sobre Aragón entre marzo y abril de 1938
(22 de febrero empleo de Teruel, 10 de marzo, caída de Belchite; 17 de marzo,
conquista de Caspe y 27 de marzo, posesión de Fraga) y, la última gran ofensiva
republicana entre julio y agosto, conocida como batalla del Ebro, que se
alargaría hasta mediados de noviembre. Aunque,
a pocos días de iniciarse la campaña franquista sobre Cataluña, entre el 2 y el
9 de diciembre llegarían otras 20 personas, naturales de Calaceite.
Calaceite será el lugar
de origen del que nos vendrán más desplazados: un total de 140 personas de 194
que proceden de diversos pueblos de Teruel. Con
todo, Aragón será la comunidad que aportará más desplazados: 314 sobre los 466
que Viladecans acogerá. Esto no
es una casualidad, los padrones municipales de habitantes de 1930 y 1936 ya
reflejan como los pueblos del Matarraña, y en concreto Calaceite son los que
aportan el mayor número de vecinos venidos de fuera de Cataluña (131 vecinos en
1930). Entre los que llegan en
estos tiempos de guerra se pueden encontrar las familias Pitarque David,
Campanales Pérez, Pérez Sorribes, Piñol Cuchí, Lombarte o Galindo, todos
originarios de Calaceite y que buscan el amparo de sus amigos y familiares
venidos unos años antes en nuestra villa.
Si analizamos la
estructura demográfica de la población desplazada podemos constatar lo que de
otra manera ya es obvio cuando se producen migraciones consecuencia de
conflictos bélicos. El 62% de los
refugiados (291) que llegan a Viladecans son mujeres y la mayoría de los
refugiados (52%, 243 refugiados) son menores de 19 años. Un 10% son hombres y mujeres de más de
55 años. Por otra parte, de la
franja de edad de entre los 20 y 39 años, sólo constan 12 hombres, lo que
denota su incorporación masiva a los frentes de guerra. En relación con los datos anteriores,
la mayoría de los refugiados son escolares, las mujeres mayoritariamente se
dedican a las labores domésticas de la casa y los hombres son trabajadores del
campo, sólo encontramos, aisladamente, algunas personas dedicadas a los
servicios: una mecanógrafa, un barbero , uno del comercio o un carpintero.
Como datos anecdóticos
podemos decir que algunos de los desplazados tendrán vecindad catalán por haber
nacido ya en Viladecans, como Carmen Palomo Rodríguez, hija de Julián y Elvira
que procedente de Madrid llegaron a Viladecans el 16 de noviembre de 1937, o la Luisa Molinos Pérez,
que junto con su madre y tres hermanos más, de 9, 8 y dos de 6 años, llegaron
el 20 de mayo de 1938 procedentes de Belchite. Las relaciones de los refugiados de
guerra también denotan el ambiente ideológico de algunas de las familias: así,
podemos ver como algunos de los hijos pequeños-de entre uno y cuatro años-se
llaman Durruti, Acracio, Electra, Victoria, Armonía, Bonaventura o
Libertario.
Para alojar y garantizar
la subsistencia de toda esta avalancha de personas, que en muchos casos venían
con el que llevaban encima, el Consejo Municipal de Viladecans tuvo no pocos
dolores de cabeza.
Entre octubre y
noviembre de 1937, ante la inminencia de la llegada de un buen número de
refugiados, se producen acuerdos y contraacuerdos municipales sobre la manera
de alojar a los desplazados: si éstos deben estar hospedados en los diversos
edificios que las organizaciones políticas y sindicales habían
incautado-postura de los consejeros Orégano Ferrer (UR) y Maldonado Prados
(PSUC) -, o bien si se tenían que instalar en los domicilios de las personas
más acomodadas-postura del alcalde Lorenzo Puig (ERC) -, "(...) que por su
situación pueda aislar mantener a los refugiados ya que no es ningún secreto
para nadie las dificultades que existen para encontrar víveres". Todos los miembros del Consejo
Municipal, pero estuvieron de acuerdo en que lo importante no era el
alojamiento sino "(...) la cuestión de las subsistencias".
Este acuerdo de
distribuir los refugiados entre las casas de los particulares comportaría que
alrededor del 25 de octubre de 1937 hubiera una manifestación de mujeres
"(...) bastante numerosa" contrarias al acuerdo municipal y que estas
se mostraran "(...) del todo incorrectas profiriendo gritos y amenazas
[contra el alcalde Llorenç Puig] llegándose incluso a una desmoralización tal
que poco ha faltado, por que las palabras se conviertan en hechos
".Finalmente, ya pesar del apoyo de las Juventudes Libertarias que
protestaron por "(...) la manifestación subversiva de que fue víctima el
Alcalde con motivo del reparto de los refugiados", terminará acordando
repartir los refugiados entre los edificios de los partidos políticos y
organizaciones sindicales.
Para gestionar toda esta
nueva problemática, se crearon varias comisiones municipales Pro Refugiados. El 20 de octubre de 1937, se formó una
primera, integrada por los consejeros José Carreras Reguan (CNT), Joan Costa
(PSUC) y José Orégano (UR) bajo la presidencia del alcalde Llorenç Puig (ERC). A partir del 16 de noviembre, en
funcionó otra bajo la presidencia del consejero delegado de Asistencia Social,
ciudadano Orégano (UR) y formada por los compañeros José Arrufat Gasa (ERC),
Vicente Maestre (PSUC) y Juan Carrique Meca (CNT ).
Manuel Luengo Carrasco